Felipe González Villalón, titulado de Técnico en Educación Especial del CFT Santo Tomás Viña del Mar, diseñó esta idea que busca ayudar en la inclusión de personas sordas y no videntes.
Felipe González Villalón quería hacer un calendario que incluyera el sistema braille. Una amiga le propuso sumarle imágenes para hacerlo más atractivo. “Ella pensaba en una imagen de Navidad para diciembre, algo de Fiestas Patrias para septiembre, cosas así… pero ahí se me ocurrió incluir lengua de señas”, recuerda. Así nació el “Calendario Inclusivo Perpetuo”, la nueva iniciativa de este joven limachino titulado de Técnico en Educación Especial del Centro de Formación Técnica Santo Tomás Viña del Mar.
El calendario incluye los días y los meses impresos en tinta, información que también está impresa en sistema en braille y en lengua de señas a través de fotografías. ¿Por qué es inclusivo? Él mismo explica que “une lengua de señas, tinta y braille. O sea, sirve para no videntes, para personas sordas y obviamente para quienes no están en situación de discapacidad”. ¿Y por qué es perpetuo? Simple: como incluye solo los días de la semana y los meses, se puede usar para siempre, al contrario de los calendarios de escritorio que incluyen los años.
“Primero lo pensé como calendario de escritorio. Me conseguí una maquina Perkins (para escribir en braille) con un no vidente y él me dijo que era buena idea, pero que un calendario de escritorio no es muy útil para ellos porque se les va a caer o se les va a perder, así que me propuso que hiciera un calendario de pared para que esté siempre en un lugar fijo. A partir de eso modificamos toda la maqueta, busqué nuevos diseños y al final resultó mejor”, señala.
La sesión de fotografías se realizó en diciembre a través de una convocatoria de Impulso Inclusivo Chile, la organización que dirige el exalumno de Santo Tomás. “Junté 19 personas (12 para los meses y siete para los días de la semana) entre niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, personas con discapacidad. Son gente que cree en esto y le interesa participar. Uno de ellos es sordo, entonces él enseñaba las señas a los otros voluntarios y les daba el OK a las fotos”, explica.
Después de las fotografías, el proceso se hizo más fluido, aunque armar cada calendario demora cerca de media hora. “Quería que se viera rústico, artesanal, no industrializado. Por eso el barnizado, el anillado, todo lo hago yo”, sostiene.
Felipe señala que si bien el calendario es útil para sordos y no videntes, también tiene un fin educativo: “quiero crear conciencia, que la gente sepa que no hay mucho material adaptado para las personas en situación de discapacidad. Además, al verlo quizás se interesen en aprender braille y lengua de señas”.
El ex estudiante de Santo Tomás ya inscribió su idea en el Departamento de Derechos Intelectuales y, por lo que ha podido averiguar, no existe otra iniciativa similar ni en Chile ni en Latinoamérica. “Busqué por todas partes y esto no existía antes, quizás es el primer calendario inclusivo de América Latina. Esto es una idea de meses, no es algo que se me haya ocurrido en una semana, pasé muchas noches pensando, dándole forma a este proyecto”, dice.