A pesar del impacto negativo que tuvo la pandemia de COVID-19 sobre los emprendimientos y empresas jóvenes de América Latina, Chile se posiciona como uno de los países en que los emprendedores se han sentido más respaldados por el entorno y han podido optimizar sus procesos y tecnologías ante los requerimientos de la crisis.
El estudio “Los ecosistemas de emprendimiento de América Latina y el Caribe frente al COVID-19” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), encuestó a más de dos mil empresas e instituciones de 19 países. Los datos señalan un fuerte impacto negativo de la crisis pandémica sobre los emprendimientos de la región: la mitad de quienes aún no habían puesto en marcha su negocio interrumpieron el proceso, un 84% ha visto muy deteriorado su flujo de fondos y un 75% redujo su actividad productiva. Si a ello se suman los que han sufrido caídas importantes de sus ventas, se concluye que ocho de cada diez emprendimientos se vieron fuertemente afectados por la crisis.
No obstante, como dato positivo se destaca que los emprendimientos del sector tecnológico y las empresas jóvenes más dinámicas fueron quienes menos sufrieron el impacto. El 29% de las tecnológicas dejó de facturar, un porcentaje muy inferior al de sus pares del turismo y el entretenimiento (88%), así como al del promedio general (53%). La causa se atribuye a que se trata de empresas innovadoras, que han digitalizado sus procesos a través de empresas de web hosting y creación de plataformas digitales. Esto les ha permitido convertir una situación compleja en una ventaja competitiva y mantener o incluso aumentar sus ingresos.
El estudio también indaga sobre el rol de las redes de apoyo, es decir, las instituciones que les brindan sostén técnico y financiero a los emprendedores, incluyendo al gobierno, las consultoras, incubadoras, aceleradoras, asociaciones empresariales e inversores. Sin embargo, la mayoría de los emprendedores declaró que sólo cuenta con el apoyo de su equipo interno (56%) y, en menor medida, de su red social más próxima compuesta por familiares y amigos (39%).
En Chile, de forma contrapuesta al resto de la región, los emprendedores reconocieron que la red de apoyo respondió de manera apropiada a sus necesidades: un 25% valoró el rol del gobierno y más del 85% el de las instituciones de apoyo. Esto lo posiciona, junto a Uruguay, como uno de los ecosistemas más resilientes para adaptarse a situaciones de crisis. Además, en nuestro país los impactos financieros estuvieron por debajo de la media y hubo menor dificultad para adaptar la tecnología y los servicios a los requerimientos de la pandemia. Sin embargo, más del 70% de los equipos de trabajo aún se muestran desalentados y con incertidumbre respecto al futuro económico cercano. Continuar protegiendo a las nuevas empresas, preservar su capital humano y organizacional, así como su capacidad innovadora, es fundamental para acelerar la reconstrucción económica y social para la salida de la crisis.