Isabel Correa, docente de la sede Viña del Mar de Universidad Santo Tomás, señala que “el rumor genera la percepción de tener mayores datos de algo, el saber más que ayuda a encontrar explicaciones y esa percepción de mayor información es de control, lo que calma la ansiedad”.
“Esta semana comienza la cuarentena total, me lo confirmaron recién”, “se están acumulando cadáveres en los hospitales”. Mensajes como éstos se multiplican en redes sociales y muchas veces terminan desmentidos o simplemente olvidados. Pero, ¿qué motiva a los autores de estos rumores a generar y difundir información falsa? Isabel Correa, académica de la carrera de Psicología de Universidad Santo Tomás sede Viña del Mar, analiza esta situación. Y es que con tanta información sensible que circula respecto a la pandemia de Covid-19, indagar en los orígenes de esa información y la motivación de sus autores puede ayudar a revisar dos veces antes de creer cualquier mensaje que recibamos.
– ¿Por qué pareciera que hay un gusto por inventar información y divulgarla en redes sociales?
“La información que nos hace sentido y que nos parece verídica, que armoniza con lo que percibimos y pensamos, a esa le prestamos atención y transmitimos con mayor facilidad sin chequear que sea verídica. Nos atrae lo suficiente como para obviarlo incluso sin darnos cuenta. Con las fake news pasa algo similar. Quienes las crean buscan intencionadamente conectar con lo que nos hace sentido para que terminemos escuchando, entendiendo y transmitiendo lo que quieren que transmitamos. Como esa información es consonante con nuestras ideas, no nos damos cuenta que hemos sido manipulados comunicacionalmente”.
– ¿Qué pasa por la mente de una persona cuando decide iniciar un rumor?
“Cuando tres o más seres humanos se juntan, es inevitable que surja el rumor. La distinción está en la transmisión o no de ese rumor, lo que es una decisión racional alojada en las zonas más recientes del cerebro, como el lóbulo prefrontal, donde evaluamos las consecuencias de nuestros actos, por ejemplo. Lo que pasa en la mente de las personas que lo transmiten, puede obedecer a varias hipótesis, pero me referiré sólo a dos: Primero, la información activa las zonas más primitivas, genera la emoción primaria y sucumbimos con menor autocontrol a la necesidad irracional de que los demás lo sepan y experimenten lo mismo que yo. La segunda hipótesis tiene que ver con que la información activó estas zonas, generó una emoción, pero me autocontrolo, entonces analizo si lo transmito o no. Si veo una conveniencia o ganancia en ello que incluso puede perjudicar a otros y lo hago, se transforma en una manipulación y daño”.
– ¿Cuál será la motivación al iniciar un rumor, particularmente en una época como la actual?
“En todos los tiempos las personas hemos buscado explicaciones de lo que ocurre, encontrando algunas irracionales o racionales, pero explicaciones, al fin y al cabo. La incertidumbre genera ansiedad, mientras que el rumor genera la percepción de tener mayores datos de algo, el saber más que ayuda a encontrar explicaciones y esa percepción de mayor información es de control, calmando la ansiedad, sintiendo que ‘ah, ahora entiendo todo’. Necesitamos certezas y explicaciones para estar tranquilos”.
– ¿Qué motivará a los autores de estos rumores a investigar, tomar datos de diferentes orígenes, citar fuentes reales o ficticias para inventar una historia? Hay algo más que ocio.
“Si se hacen cosas planificadas como las que se describen, hay un manejo racional con intención de obtener alguna ganancia, lo que lo distancia del ocio. Esas ganancias pueden ser diversas: reconocimiento, aceptación, estatus, dinero o cualquier otro estado que gatille la sensación de obtener algo favorable e individual, ‘diferenciándome del resto’. Y si la persona que emite la información es confiable para nosotros, le vamos a creer. La confianza se siente, no se piensa”.
– ¿Qué efectos buscarían provocar los autores entre quienes reciben estos mensajes falsos?
“Principalmente, atención entre sus familiares y cercanos, también puede ser reconocimiento, ser escuchado, etcétera. Incluso siendo alarmista, recibe atención. La alarma o sensación de peligro o miedo nos pone en alerta aumentando nuestra atención y así el autor logra que se vuelquen a escucharlo. Esto va mucho más allá, hoy en día el tener captada la atención de las personas trae ganancias, las redes sociales han capitalizado la atención, ahora es dinero”.
– ¿Hay una tendencia de los autores de rumores a aumentar la sensación de miedo entre quienes lo rodean?
“No creo que sea sólo miedo. El incentivar el miedo nos torna vulnerables, lo que permite el mayor control sobre nuestros actos. Es una forma de sometimiento clásica. También hay mensajes esperanzadores y tranquilizadores que son falsos por donde se les mire, pero ‘suenan bonito’. La valentía es lo contrario del miedo, es la decisión racional de enfrentarlo, partiendo por reconocerlo, el paso siguiente es analizarlo y ahí ya se sale de la zona de vulnerabilidad”.
– Finalmente ¿por qué creemos tan fácilmente esas informaciones falsas?
“Creemos lo que nos parece o percibimos como verosímil, aunque no sea verídico. Muchas veces preferimos la mentira sin percatarnos de ello porque nos da una sensación de bienestar, por sobre lo verídico que nos causa una disonancia cognitiva que nos causa malestar. Un viejo dicho dice que preferimos la mentira vestida de verdad que la verdad al desnudo”.