El Dr. en Lingüística de la Universidad de Playa Ancha, Juan Pablo Reyes, analiza el habla chilena y su sentido del humor.
¿Cómo influye la forma que hablamos en nuestro sentido del humor?, ¿lo han pensado? Cómo la entonación que le damos a las palabras o al relato hacen que éste sea más gracioso para quienes nos escuchan.
El Dr. Juan Pablo Reyes, académico de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Playa Ancha, reflexionó sobre los distintos calificativos que tiene el humor (negro, político, de la cintura para abajo o para arriba) y su relación con el habla chilena.
Al referirnos a humor, dijo el investigador UPLA, también hablamos de gracia, ingenio, agudeza, anécdota, chispeza y picardía, palabras que emulan su significado. Mientras que para contar un chiste, que considera el texto lingüístico básico del humor, se utiliza -explicó- un habla popular, general, cuyos conceptos, los ciudadanos puedan reconocerlos inmediatamente, en su vida habitual, en concreto, en la realidad de su devenir social.
“Como el lenguaje es un fenómeno eminente sociológico, el humor también lo es. El humor debe usar, a su vez, un habla espontánea, que exprese cercanía y se dirija hacia las emociones de las distintas agrupaciones de individuos. Las personas deben sentirse, por lo tanto, identificadas, representadas, esto me pasa a mí, o a mí también me pasó, yo también digo tal palabra, tal frase, tal apodo. Y lograr la mayor transversalidad y universalidad posibles”, detalló el académico UPLA.
Ejemplos en el habla chilena son, el apodo sociopolítico, socioracial, como “pelafustán”, “patipelado”, “chusma”, “medio pelo”, “meteco”, etc., las frases comparativas, como, por ejemplo, “Más abrigado que hijo único”, “más mala que el natre”. Alteramos el léxico, es decir, su significante, su fonética, como en, “Y boston”, “de maikel” y otros, un tanto fuertes, Cindy Nicole (“la sin dientes, ni colmillos”) o alteramos su significado, “ir a Chicago”, “ir a Pichilemu”, “estar en Canadá”, “ir para Pelequén, etc. Y los dichos del tipo, “vamos arando dijo la mosca”, “el cura gatica, predica, pero no practica”.
El humor también es empleado como recurso idiomático estratégico por la diplomacia, aseveró el Dr. Reyes, cuando escuchamos decir, por ejemplo, “hay que tomárselo con humor”, o “mejor reír que llorar”. Su objetivo es evitar que las crisis y conflictos, aumenten su tensión.
Asimismo se utiliza en la política, cuyos grados de ironía van desde el cinismo o hipocresía, hasta la ridiculización clasista, racista y sexista, produciendo el efecto contrario de la diplomacia.
“El humor, de acuerdo a las posibilidades idiomáticas de nuestra habla chilena, que tiene cierta tendencia a la melancolía, ha ido variando según los gustos populares y los nuevos paradigmas socioculturales, los nuevos símbolos y los acontecimientos y experiencias del diario vivir en comunidad. Hoy, la homosexualidad no está para bromas, excepto si lo cuenta un homosexual o lesbiana; tampoco es aceptado, hacer mofa de los cuerpos, excepto si lo cuenta el o la afectada”, enfatizó el Dr. Reyes.
Finalmente, el cómic, las revistas de humor político, la literatura, en prosa y verso, la comedia, en todas sus versiones, antiguas y actuales, son las expresiones de esa fuente del sentido del humor chileno que se nutre, más bien, de un humor negro; el que nos permite reímos de la desgracia ajena, como si fuera nuestra propia desgracia y viceversa… ¡“y no es chiste”!.