Tras su último control de alta, Karina Abarzúa celebró junto a su esposo, sus cuatro hijos y su emocionada familia haber superado el cáncer.
Este 06 de diciembre, Karina Abarzúa cumple 40 años. Pero su mayor alegría no es su cumpleaños, sino en el control de alta que la declaró sana de un agresivo cáncer que se trató durante 9 años en el Hospital Dr. Gustavo Fricke, y que incluso le permitió dar a luz a su última hija. Y eso, lo celebró tocando la simbólica “campana de la victoria” en el establecimiento.
Nueva años de disciplina y buen ánimo
La historia de esta limachina inició en 2015 con el diagnóstico de cáncer de cuello uterino: “La verdad es que me operaron en primera instancia, y en la biopsia se notó que aún seguía teniendo cáncer, así que hubo una segunda intervención quirúrgica. Luego de eso, siempre estaba el plan de una bebé, así que fue nuestra cuarta hija, la más pequeña, de cinco años. Pero cuando yo ingresé, en el 2015, tenía un pequeñito, de cuatro meses y medio, así que estaba amamantando”.
Y pasó el tiempo, en que Karina siguió criando a sus hijos y se puso incluso a estudiar, sin dejar de lado sus controles y exámenes. “Fueron nueve años, nueve años de constancia, de nunca faltar a un control, porque era lo más importante. Siempre estar, lo otro, con buen ánimo, porque esto implica siempre estar ahí dispuesta, dispuesta a exámenes, a escáner, a biopsia, pero importa mucho el estado de ánimo de la persona, cómo se vaya manejando. Yo acá, en el Hospital Gustavo Fricke, Salud Pública, encontré a los mejores doctores. Yo detrás tengo familia, tengo hijos, tengo marido, tengo suegros, amigas, que siempre estuvieron ahí dándome todo el apañe”, afirmó Karina.
En ese camino, nació su cuarta hija, que hoy tiene cinco años, como lo cuenta su esposo Alejandro Guerrero: “Ella nació en este proceso, de hecho la doctora Urbina le preparó el cuerpo a Karina para que pudiéramos tener a Haydet, por eso Haydet significa la querida, la deseada, y Esperanza, un futuro mejor. Así que ese es su nombre, Haydet Esperanza”.
La prevención como clave para la sobrevida
Su tratante, la Dra. Carla Urbina, junto con destacar la disciplina de Karina, resaltó la importancia de los exámenes preventivos. “ella es una paciente muy buena, nunca faltó un control, siguió todas las indicaciones y lo otro importante es que ella siempre se hizo sus exámenes preventivos y por eso pudo llegar a esta etapa precoz. El examen preventivo de toda la vida es el Papanicolau para las mujeres, para la pesquisa del pre cáncer de cuello uterino, y es fundamental que ojalá toda la población se lo haga ya que es de amplio acceso en los consultorios”.
La especialista aclara que la detección precoz de esta patología permite mantener la fertilidad en pacientes jóvenes y una mejor sobrevida: “La diferencia es en la etapa en que se pesquisa y las pacientes en etapa precoz tienen un excelente sobrevida comparado con una etapa avanzada. Eso es como el concepto, que la idea es siempre ser preventivo y además, ahora existe también hace harto tiempo ya la vacuna para el virus papiloma y que esa es la principal medida de prevención de esta enfermedad”.
Karina comparte la visión de la doctora, en base a su experiencia de vida, “porque al final muchas dicen no, dejan pasar. Le dan mucha prioridad quizá al trabajo, a la tarea de ser mamá, pero se tienen que tomar un tiempo de hacer, por ejemplo, autoexamen, mamografía. El Papanicolau, es el preventivo, el que nos puede arrojar si hay alguna célula por ahí dando vuelta o algo. Entonces realmente es preventivo y hay que hacérselo. Todas tenemos que tener el tiempo y hacernos nuestros exámenes”.
Toca la campana
“A veces no sabíamos qué podía suceder y siempre hubo un miedo, un temor, el no tenerla, el no tenerla entre nosotros en nuestras vidas, pero ella siempre nos dio la convicción de que ella iba a salir de esto. Y así fue”, relata emocionado Alejandro, que acompaña a su mujer mientras toca la campana, que representa su paso a una nueva vida. Cierra Karina, afirmando llena de orgullo, que va “a tocar la campana con toda mi barra, con toda mi gente. Gracias a todos. Agradecida. Y esto es un impulso para que vean que sí se puede. Es la actitud la que cambia. Esa es la actitud. Así que yo culmino con tocar la campana y alta definitiva. Ahora solamente los controles ya no son oncológicos, son los controles ginecológicos, que son de rutina, que siempre hay que hacérselos. PAP, exámenes de sangre, mamografías, una vez al año los controles. Termino este proceso acá y gané la batalla”.