Jéssica Alfaro, académica de la Universidad de Playa Ancha, sostuvo que este año entendimos acerca de la necesidad de reordenar prioridades y vivir el presente, entre otras cosas.
Nadie olvidará jamás lo que vivimos en 2020, en especial cuando recién iniciamos el 2021 en el calendario. Por lo mismo, es necesario preguntarse ¿qué nos dejó este año que se fue? ¿qué aprendimos? y ¿cómo enfrentaremos lo que viene?
Para responder estas interrogantes, Jéssica Alfaro Álvarez, psicóloga y académica de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), recordó el cuestionario que elaboró Bruno Latour, filósofo, sociólogo y antropólogo de la ciencia francés, en el cual indagaba sobre qué cosas dejamos de hacer el año que recién pasó (que eran importantes en nuestras vidas), cuáles de ellas mejoraríamos y cuáles dejaríamos de hacer. La idea -aclara la profesional- es reflexionar respecto a cómo fue vivir este año con crisis sanitaria, cuarentena incluida.
Destacó que esta pandemia permitió, además, visibilizar las cargas de trabajo de cuidado, lo que en cierta forma ha sido “solapado” por modelos de desarrollo y modelos económicos, que nos obligan a entrar a un sistema donde la competencia y el éxito son el centro de nuestra vida. En otras palabras, la psicóloga enfatiza que la cuarentena a muchos permitió tomar conciencia de quién hace qué dentro del hogar y valorar estas labores que requieren ser compartidas en familia.
“Creo también que muchos hombres profesionales han aprendido lo que es el trabajo de cuidado. Creo que eso ha sido valioso… toda su vida han estado dedicados al trabajo fuera de su casa y, por lo tanto, nunca vieron todo lo que se hacía en la casa, y siempre pensaron que lo que se hacía era lo mínimo, que no era importante… Siento yo que este tiempo de encierro, sobre todo, ha hecho que muchos varones se hayan dado cuenta de eso, de que las cosas no se hacen solas y que… siempre las tiene que hacer alguien. Ese es el trabajo de cuidados y creo que eso se ha visibilizado”, sostuvo Jéssica Alfaro.
Otro aspecto importante que visibilizó la pandemia fue el talento de muchas personas, quienes no se habían dado el espacio para descubrirlo. Ya sea por una necesidad económica o por contar con más tiempo en casa, muchos se enteraron de alguna vecina que comenzó a hacer pan, otra que hizo una pequeña huerta, mermeladas o mascarillas. Y es que este cambio radical de quedarnos en casa fue un tiempo de descubrir, de aprender, de emprender, de hacer, sentir y escucharse. Entonces, darse el tiempo para conectarse internamente y con aquello que produce felicidad es clave para avanzar en medio de la pandemia y la incertidumbre.“No creo que ésta sea la última pandemia a la que nos vamos a ver enfrentados. Yo creo que esta es como una preparación y estar con uno mismo, aprender de uno mismo, tiene que ver con el autoconocimiento. Tiene que ver con todo ese mundo más espiritual que nosotros dejamos escapar producto de una lógica economicista. Aprender a estar con uno mismo… aprender reciprocidad, aprender a conectarse, a vivir diferente… reaprender la vida y no sentirse culpable por lo que dejaste de hacer o creer que dejaste de hacer”, dijo la especialista, quien hizo una invitación a centrarse en vivir en el presente, porque quedarse en el pasado genera depresión y pensar en el futuro, ansiedad, y “nada es mejor en la vida que vivirla”, concluyó.