Especialista subrayó la necesidad de una política social que oriente a las familias sobre salud sexual y de género, en especial en época de confinamiento por COVID-19.
En prisión preventiva quedaron esta semana tres de los cuatro detenidos como responsables de un secuestro con tortura a un joven en Estación Central, el cual ocupaba una “casa okupa” y que fue golpeado, amarrado y amenazado por su condición sexual a inicios de junio.
Luego que se conmemorara el Día Mundial contra la homo, bi y transfobia, por primera vez en un contexto de confinamiento, la psicóloga de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), Jéssica Alfaro Álvarez, subrayó que, efectivamente, personas que pertenecen al colectivo LGBTIQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y queer) pueden sufrir también en silencio el acoso, la falta de respeto y discriminación desde sus más cercanos.
Esta realidad la anticipó el Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh), cuando al comienzo de la cuarentena dio a conocer un sondeo que revela que han aumentado las agresiones y acciones discriminatorias.
“Lo trans tiene que ver con la forma en que entendemos la educación y la sociedad en general. Pero también entiendo que para abordar la educación y la identidad trans debemos reconocer la existencia de prácticas muy concretas que se pueden dar en la actividad cotidiana, en los grupos primarios o de referencias más directas. Estas prácticas surgen de la existencia de una matriz de género, que vamos a definir como binaria y jerárquica, y cuya ideología heterosexualidad obligatoria. Esta matriz se traduce en la violencia contra las mujeres y los cuerpos feminizados y también en violencia contra las personas, cuya orientación sexual e identidad de género no calza con su nombre legal”.
SISTEMA RÍGIDO
De acuerdo a la profesional, los actos de homofobia y la transfobia que se dan en la propia familia o el barrio (por el mayor tiempo que las personas pasan en sus casas) obedecen, en parte, a que no existe una política social que oriente a las familias sobre la salud en forma integral, de tal modo que incluya el género como una categoría analítica desde la cual facilitar el acompañamiento de las personas cuya orientación sexual y/o género no coincide con su sexo biológico.
Es más, enfatizó que esta cultura, que tiene un sistema rígido de familia y de sociedad, donde los roles definidos para niña y niño están presentes desde el jardín infantil, se traduce posteriormente en la división sexual del trabajo y en la feminización de la pobreza, lo que fomenta la violencia y la discriminación.
A pesar de lo anterior, la psicóloga aseguró que el tema trans se ha visibilizado más gracias a los movimientos sociales y, concretamente, a los distintos colectivos feministas y LGBTIQ+, quienes han favorecido una reconstrucción de nuevas categorías de géneros que favorecen una sociedad más abierta y democrática.
“Los últimos movimientos sociales en Chile: el estudiantil, los movimientos feministas, entre otros, han sido protagonizados por mujeres, lo que ha permitido visibilizar a dirigentas, muchas de las cuales se identifican con las reivindicaciones de las disidencias sexuales. Sin duda, esto ha abierto un camino para avanzar hacia el respeto a la diversidad, a la no discriminación y, sobre todo, al cuidado del espacio democrático en la familia, especialmente en estos momentos de grave crisis sanitaria y social”, concluyó Jéssica Alfaro.