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Educación y COVID19: Cómo es cumplir 10 años en un colegio en medio de la pandemia

En el emblemático Colegio Bernardo O’Higgins de La Serena, que nació bajo el alero de su homónimo de Coquimbo, siempre pensaron que la primera década se celebraría con fiesta y algarabía, pero la coyuntura quiso otra cosa. Sin embargo, toman este desafío como una oportunidad y buscan fortalecerse aún más en esta crisis sanitaria que se desarrolla a nivel planetario.

“Crecer es avanzar y no detenerse jamás” es el lema del Colegio Bernardo O’Higgins, algo que han hecho desde el surgimiento del proyecto educativo.

Fundado en septiembre de 1982 en Coquimbo, en 2010 el establecimiento tomó el importante desafío de crecer, y a mediados de ese año, con poco más de 800 estudiantes, comenzó a operar en La Serena. Sin duda un proyecto titánico y ambicioso.

Y con el pasar de los años, el colegio ha tenido cada vez más prestigio y más integrantes en la comunidad educativa, crecimiento que sin duda ha sido fruto del tesón de sus directivos y funcionarios.

El establecimiento, tal como dice su lema, comenzó a avanzar y a no detenerse, sinónimo para ellos de crecimiento, lo que los llevó a pensar que ahora, a mediados de 2020, cuando se cumple la primera década de existencia, tendrían una fiesta con la comunidad, de algarabía, jolgorio y alegría.

Sin embargo, los planes de fiesta se han visto truncados por el contexto actual de pandemia a nivel mundial.

Lejos de echarlos para atrás, desde el colegio toman esto como otra oportunidad más de crecimiento, y tendrán una celebración virtual que contemplará a toda la comunidad educativa.

Expectativas v/s realidad de 10 años

Sobre el cumplir la primera década de vida, la directora académica del Colegio Bernardo O’Higgins de La Serena, Macarena Ardiles, comenta que “desde el punto de vista académico, siempre pensé que los 10 años era el año de quiebre de alcanzar metas”. Sin embargo, la autoridad sostiene que eso se vivió el año recién pasado, “porque en 2019 alcanzamos metas chiquititas, pero que para nosotros son muy significativas”, asegura.

Con esto, Ardiles se refiere principalmente al cambio en la categorización en la Agencia de Calidad de la Educación, donde el establecimiento subió un peldaño  en materia de desempeño. “Alcanzar eso era nuestro desafío para los 10 años, pero se nos adelantó, y nos invita a seguir creciendo a nivel académico”, esgrime la directiva.

Y desde el punto de vista recreativo, Ardiles comenta que “siempre pensé que íbamos a echar la casa por la ventana, que se iba a desatar una algarabía donde los niños pudieran participar de su aniversario, porque siempre esas fiestas han sido agradables, donde hay un ambiente de distensión, donde todos somos iguales, y pensamos que este año iba a ser mucho mejor, pero el tema de la pandemia nos ha frenado”.

Sin embargo, dentro del contexto, la directiva asegura que, si bien la coyuntura quizás no está para celebraciones, sí está para conmemorar este importante aniversario. “Hay que marcar estos 10 años, es una década, y quiero que la comunidad sienta que todavía estamos vivos, que todavía estamos haciendo comunidad, valga la redundancia”, comenta.

Lejos de preocuparse al respecto, Ardiles asegura que “de cada crisis hay que sacar oportunidades, y quizás muchas cosas que no se hicieron mientras estábamos trabajando presencialmente, se están haciendo ahora, y esa experiencia va a quedar a futuro”. Sobre eso, agrega, “creo que lo que estamos viviendo ahora nos va a servir mucho y este compromiso que los profesores han entregado muestra que se puede hacer bastante”.

Comienzo de la pandemia

El domingo 15 de marzo de este año el Ministerio de Educación, debido a la pandemia de coronavirus, ordenó el cese de clases presenciales a nivel nacional de forma inmediata, algo que, sin duda, provocó un quiebre en la mayoría, si no en todos los establecimientos educacionales.

Sobre esto, Ardiles sostiene que “ha sido complejo, en un momento me sentí congelada, porque en definitiva esto no lo habíamos vivido nunca; nunca nos educaron para ser profesores en pandemia, directores en pandemia, o vivir el día a día en este contexto”.

“Hay un momento en que te piden lo ideal y yo siento que el ideal no existe, entonces entramos a trabajar en lo ideal que es algo totalmente etéreo, para luego tener que bajar a lo real, y después de muchas vueltas ahora ya estamos claros de cuál es la ruta y de cómo tenemos que trabajar, con un camino bastante delineado, pero que para cimentarlo nos costó muchas horas de trabajo”, esgrime.

Ardiles insiste en que el camino no ha sido fácil y lo que viene tampoco lo será. “Será un trabajo arduo, pero que estoy segura que vamos a sortear bien, porque el equipo completo de directivos, sostenedora, funcionarios, profesores, equipo técnico y todos se han comportado a la altura, han dado incluso mucho más de lo esperado, por lo que me siento realmente orgullosa del equipo que hemos formado”, indica la directora.

Historia

Como bien se dijo, en septiembre de 1982 se inaugura el Colegio Bernardo O’Higgins de Coquimbo, de la mano de su fundadora, Elizabeth Ardiles, quien actualmente se desempeña como directora administrativa del establecimiento de La Serena.

El colegio comenzó a operar con una pequeña casa de madera donde actualmente se encuentra el establecimiento de la ciudad puerto, en calle Matta número 90. Y si bien comenzó así, las ganas y el empuje de la fundadora, junto a otras personas que la acompañaron en ese momento, el proyecto empezó a crecer.

Era un colegio carente de gran infraestructura, pero que poco a poco se fue agrandando, se le fueron agregando salas y se equipó con importante material metodológico, tales como laboratorios, biblioteca y otros. Junto a ello, se fue comprando más terreno, lo que permite que actualmente el Colegio Bernardo O’Higgins de Coquimbo sea prácticamente toda la cuadra; un establecimiento que comenzó con poco más de 200 niños, hoy tiene una matrícula sobre los 2 mil estudiantes.

“Era chico, pero muy lindo, y tenía el sello de la calidad humana, tenía se abrigo de acoger, y que hemos intentado tenerlo aquí también”, asegura Macarena Ardiles.

En cuanto al Colegio Bernardo O’Higgins de La Serena, este partió para el año bicentenario con aproximadamente 800 estudiantes, mientras que actualmente ya superan las mil 200 matrículas. “Hemos crecido mucho, tanto en temas administrativos, como pedagógicos y en matrículas, y nuestro próximo objetivo es llegar a los mil 300 estudiantes”, sostiene la directora académica.

“Creo que ha sido una linda historia, porque Elizabeth (Ardiles) siempre ha sido una mujer de mucha lucha, de mucho tesón, con un liderazgo muy marcado con su equipo profesional y una muy buena administradora, de quien ha dependido el crecimiento de este colegio y por ella estamos como estamos”, agrega.

Puesta en valor

“Nuestro sello es el acoger, el sello de la afectividad”, insiste Ardiles. Según cuenta la directiva, en Coquimbo “dejamos instalado el sello valórico, y fue lo que nos trajimos a La Serena, pero aquí le dimos un pequeño giro para darle una identidad más propia, y lo dejamos en el sello de la afectividad y del buen trato, basado en todas las teorías socioemocionales que ahora se van a trabajar mucho de acuerdo a las políticas del ministerio”.

De acuerdo a eso, Ardiles aclara que “muchos confunden el tema de la afectividad con ‘regalonear’ al niño, pero el sello de la afectividad tiene que ver con el bienestar de los estudiantes, y no sólo de ellos, sino de cada uno de los miembros de la comunidad”.

Nadie fuera durante la pandemia

Actualmente, el establecimiento serenense trabaja con un grado de vulnerabilidad de sus estudiantes y familias sobre el 80 por ciento.

Con esta realidad, “teníamos claro que muchos de nuestros estudiantes no podrían conectarse a las clases en la plataforma digital y a los streaming, por lo que surgió un gran desafío”, indica Ardiles. Esto, porque según agrega, “ellos tienen que seguir aprendiendo, nosotros debemos producir el aprendizaje de los niños, cosa que cuando volvamos, si es que volvemos en algún momento determinado, no tengamos que volver a foja cero, sino que cuando venga la nivelación realmente tengamos un sustento potente para seguir avanzando, esa es la idea”.

El tener tan alto grado de vulnerabilidad, según Macarena Ardiles esto no pasó desapercibido para su administradora, Elizabeth Ardiles, y asegura que esta última tiene “alta conciencia social, y un gran sentido de ayudar al otro”.

Por lo mismo, la directora académica sostiene que “decidimos entregar una asistencialidad muy importante a nuestros estudiantes y a la comunidad en general, dando a préstamo computadores, módem y celulares a quienes no tenían posibilidad de conectarse, pero también se han entregado alimentos, porque no hay aprendizaje si no hay bienestar socioemocional”.

Sin embargo, hubo otro grupo que atender: familias que viven en zonas rurales, que por más que tengan computador y modem no pueden conectarse, porque no tienen señal de internet.

“Tenemos 10 familias sin posibilidad de conectarse a las clases, por lo que una vez a la semana les hacemos una visita multidisciplinaria con nuestra asistente social, una psicóloga y una educadora diferencial, les llevamos material y así no se queden atrasados y podamos contribuir a eliminar cualquier brecha que pueda haber”, comenta la directora.

Esto, de acuerdo a la directiva, ha sido “un trabajo bastante arduo, donde el esfuerzo de todos ha sido importante, sobre todo el de los inspectores, quienes han sido los responsables de acercar a las familias con el colegio; han sido quienes han generado el vínculo”.

Fortalecidos durante la coyuntura

A pesar de estar viviendo un momento difícil de la historia, desde el establecimiento creen, de acuerdo a Ardiles, que “lo más importante han sido las experiencias, pero sobre todo el aprendizaje que hemos tenido, porque este golpe nos movió todo, nos movió las formas de trabajar, y de entregar los procesos de enseñanza – aprendizaje, la forma de interactuar con la comunidad educativa, y hasta las emociones han sido vividas de otra forma, pero aún asi seguimos fuertes frente a cualquier desafío”.

La directiva asegura que no todo ha sido miel sobre hojuelas. “Por supuesto que hubo momentos de tensión, porque es algo complejo para todos, y todos pensábamos en tomar caminos y decisiones diferentes”.

Pero, según dice, el aprendizaje que se ha sacado ha sido “increíble”. Esto lo ejemplifica diciendo que “en mi caso y la unidad técnica quizás no manejábamos todo lo que teníamos que manejar, pero eso nos llevó a mucha búsqueda de información, a leer, a seguir pidiendo asesorías, entre otras”.

Gracias a eso, según Ardiles, “nos hemos fortalecido, hemos avanzado, y no sólo hemos crecido, sino también hemos desarrollado otras habilidades, otras competencias, y además nos hemos aprendido a conocer en mayor profundidad, a pesar de la distancia”.

La directora académica del colegio serenense sostiene que “en estos tiempos aparece lo mejor y lo peor de las personas, y nos permite saber con quienes realmente se cuenta, y en esto hemos sumado más que restado; estoy segura que de esto el equipo va a salir mucho más fortalecido, con manejo de muchas otras cosas, y si llega a pasar algo similar a futuro, ya sabemos qué hacer, tenemos un enrutamiento mucho más claro”.

Visión a futuro

Ahora que el colegio cumple su primera década, también vienen proyecciones a futuro. Sobre esto, Ardiles se dio el tiempo de pensar en el establecimiento en 10 años más.

“Este colegio va a ser grande, y no lo digo por la infraestructura, sino por su esencia, con aprendizajes, experiencias y un equipo consolidado”, sostiene.

Además, lo vislumbra como un colegio “reconocido por la comunidad, bien posicionado, porque me lo imagino siendo cada día mejor”.

“Será un colegio reconocido por la gente, bien plantado dentro de La Serena, con alumnos con altas expectativas, motivados, proactivos y más fortalecidos y detrás de esto hay otros proyectos que ya se van a concretar y vamos a empezar a trabajar, porque siempre hay proyectos para este engrandecimiento”, puntualiza Ardiles.